Al pasar la gasolinera gire a la derecha
se va a encontrar dos cruces. Siga.
La rotonda a la izquierda.
Entre en el pueblo y en el segundo semáforo
gire a la derecha. Se lo encontrará de frente.
Luego estaba allí en el restaurante. Aquel hombre.
Sentado en la barra. Sin quitarme el ojo de encima.
Como si las indicaciones que me había dado
fueran las de cómo llegar hasta él mismo.
Aquel hombre.

18 de julio. Moralvieja. Fiestas patronales.
No es una casualidad.
Sábanas limpias. No sé cuándo sería la última vez
que alguien durmió en este hostal.
Una habitación de invitados en una casa desconchada. Nada más.
Me dicen la hora de la cena. No ceno nunca nada.
Este pueblo condenado celebra sus ruidosas fiestas.
No duermo. No sé por qué se empeñan en celebrarlo.
Mi compañero llega por la mañana. Tomamos café.
Me habla de un extraño hombre que le ha dado las indicaciones.
Se lo describo. No es él.
No estamos aquí para chismorreos. Tenemos trabajo que hacer.
Vamos a hacer rico a este pueblo. Lo llenaremos de miseria.
No se que pasa con la gente de este pueblo que lo celebra tanto.
Nos saludan afables, nos invitan a todo.
Las fiestas patronales son nuestras.
¿No se qué creen que han firmado?
Una garganta abierta borbotando desesperación. Eso.

Mi compañero está contento. Me habla de un local a la entrada del pueblo.
Creí que no habíamos venido a chismorrear.
No se que tendrá el sexo que allí acaba toda alegría.
Y el sexo es el de cada uno. Le digo que ya es de noche
y tampoco fue mi día. Me voy a la habitación.
No lo vuelvo a ver.

A la mañana siguiente hablo con todos los habitantes.
Pero alguien ya les ha hablado de mí, lo noto.
Uno a uno rescinden los contratos. Vuelven a sus vidas.
Me llaman. Les explico que ha habido un hombre
siguiéndome por todas partes desde que llegué aquí.
Me dicen que van a despedirme o algo peor.
Pueden hacer ambas cosas. Me voy.

Salgo del pueblo y giro en la gasolinera.
Me quedan cien kilómetros de carretera.
Carretera hundida en campos secos y trigo muerto.
Este pueblo que dejo atrás se pudre,
en unos años no quedará nadie.
Los he conocido a todos.
.
.
.

.

CARNE HUMANA: POEMARIO

Este poema se incluye en el libro CARNE HUMANA de Editorial Aconcagua Libros.

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